“La mayor parte de los errores en filosofía y en lógica ocurren porque la mente humana puede confundir el símbolo con la realidad.” (Eistein)
El liderazgo político requiere de una base, un contenido y una forma. Los líderes más exitosos son los que tienen una identidad más clara, asentada en valores. El coaching político apoya al líder para que encuentre, recupere e identifique esos valores.
La política actual es una cuestión de percepciones, por eso el primer paso sería saber dos cuestionas básicas ¿conoce el líder su propia identidad?, ¿está asentado en la realidad?
Estos son los 10 errores en los que, desde el punto de vista del coaching politíco, nunca debería caer un político.
1 Falta de credibilidad, de sinceridad.
La credibilidad es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace y lamentablemente no es un valor que esté en alza, porque entre ellos no se creen y el electorado no confía en ellos. ¿La razón? El ruido mediático que hace que las palabras sean fuegos artificiales, donde detrás de colores hermosos sólo hay estruendo. “La democracia de la alcachofa” (como diría Raúl del Pozo), es decir, la política de declaraciones inmediatas y acumuladas, lleva a la volatilidad de los mensajes. Su valor es de minutos. Nos hemos acostumbrado a que en política todo se olvida pero el contrato de palabra existe y la memoria social sí funciona. No es justificación la existencias de elementos “extrahumanos” que hace que cuando los hechos cambian yo cambie de criterio (Keynes). Porque un líder se tiene que anticipar, ser visionario y no prometer lo incumplible. En otras palabras NO ENGAÑAR.
Cuando no se realiza lo prometido se origina el efecto de decepción y con ello el de frustración, te sientes minusvalorado, timado y engañado… no valen mantos de niebla que oculten la equivocación. Es vital la transparencia, el votante no es tonto aunque se le trate como tal.
2 La ambición por el poder.
Hay quiebres en política que no se perdonan, en conversaciones con políticos empiezan diciendo que lo que le mueve es el bien general y después de quitarles “capas” trasciende un afán exacerbado de poder por el poder. Todo político, dice Max Weber, debe aspirar a ocupar el poder, pero como herramienta para aplicar un proyecto.
3 Distanciamiento.
El político se encuentra en una atalaya. El líder moderno no se sitúa por encima de los ciudadanos sino al lado, se le admira desde el respeto por su labor y desde la cercanía por su manera de comportarse y comunicar. El estatus se lo dan los demás, no se la atribuye el mismo.
¿Cómo se nota los que están fuera de la realidad?
Por: la ausencia de escucha.
No se trata de oír, más bien de escuchar, entender y comprender. Se escucha con la mirada, con el cuerpo. No es lo que quieres oír de los “palmeros” que te retroalimentan, es escuchar las necesidades y voces fuera del bunker.
Otra característica es el narcisismo: un énfasis auto contemplativo que provoca en el electorado sensación de arrogancia, de falta de empatía, de autosuficiencia.
4 Mala comunicación
¿Cuántas palabras quedan borradas por una incoherencia en la forma de transmitirlas?
La sonrisa, sonreír es un acercamiento, una caricia psicológica no una mueca ni un recurso. Se sonríe con la cara y no solo con la boca y para que esto resulte sincero, hay que sentirlo o ser buen actor, te tienes que conectar, tienes que querer. La sonrisa que pasa en un tiempo récord a la seriedad no convence. El sonreír tiene un proceso y desonreír otro, no saltarse los grises.
La mirada, una mirada distraída y/o inexpresiva borra el mensaje. La mirada atrapa, comunica, da fiabilidad, cuidémosla. Miremos a los ojos. Y si no es posible en auditorio amplio, hay que elegir un segmento del público, que puede ser variable, y hablarle directamente.
La voz. La subida de volumen a su debido tiempo. No por gritar se te escucha más o te creen mejor, existen los micrófonos. Esa manera de oratoria estridente, frecuente en los mítines, está en desuso, es sólo para fanáticos, para convencidos. La política de gritos ha cambiado, la pasión se muestra con otros elementos, inflexiones, manos, actitud corporal. No estamos sordos, no nos regañen. Sí, sí les escuchamos, otra cosa es que les creamos y el ruido oculta el contenido… tal vez sea esa la idea.
5 Falta de Empatía.
No voy a decir en que consiste. Es una palabra muy manipulada, “ponerse en los zapatos del otro”, (no soporto la expresión). Nunca utilizaría zapatos que no son míos, por higiene y número, pero hay que entender cómo es el otro, identificarnos con sus necesidades para ofrecerle lo que demanda. La empatía parte de la escucha (directa o por demoscopia), es pensar y sentir como los demás, produce cercanía, y naturalidad. No nos gusta ser incomprendidos. Esto se consigue con observación y permeabilidad.
(Continuará)…
Estoy absolutamente de acuerdo en casi todo……… como la vida misma y el día a día. Esto deberían verlo no sólo políticos, también las personas en general. :)))))))
Me encantan estas ideas y la forma de comunicación (sencilla, clara, convincente)